1. Desde el punto de vista técnico, el paso de la fotografía analógica a la digital fue un cambio considerable. A pesar de haber estudiado los dos tipos de sistemas, lo cual me parece muy importante para entender a fondo qué es la fotografía, mi andadura profesional comenzó directamente en digital, por lo que no tuve que adaptarme como tuvieron que hacerlo otros compañeros, sobre todo aquellos que llevaban 30 años trabajando y que andaban, algunos de ellos, bastante perdidos. Pero ya se sabe, esto es como todo: renovarse o morir.
Por otro lado, personalmente, la fotografía analógica siempre me ha resultado muy placentera. Quizá suene a “topicazo” pero son otros tiempos, otra forma de fotografiar quizá más reposada. Tampoco me puedo permitir tirar mucho en analógico, porque ahora revelar es cada día más caro y soy tremendamente vaga para revelar en casa, pero cuando lo hago, lo disfruto mucho. Me sigue encantando la magia del proceso en sí; no saber “qué sale” hasta que no revelas. Aún así creo que ambos sistemas tienen ventajas y desventajas. El digital me permite trabajar con gran rapidez y eso también me gusta, además de que, en mi profesión, es sumamente necesario.
2. A nivel logístico, la tecnología, por ejemplo la de los smartphones, me sirve de gran ayuda. Hay ciertas herramientas que facilitan mucho mi trabajo, incluso en los detalles aparentemente más sencillos, pero me ayudan a economizar el tiempo al máximo. Aplicaciones como Google Maps, para llegar a un sitio y no perder el tiempo, sobre todo cuando tienes que hacer Breaking News, o Twitter, me permiten mantenerme conectada de forma constante y así poder acceder a la información de forma inmediata. Eso sí, hay que saber filtrar y dónde buscar.
Por ejemplo, durante la guerra en Gaza en verano de 2014, Twitter me permitió enterarme de lo que ocurría en tiempo real en puntos de la zona muy dispares, sobre todo a través de cuentas creadas por locales, que mantenían flujos de información continua, lo cual me permitía reaccionar con rapidez para hacer mi trabajo. Lo difícil era discernir la importancia y veracidad de cada alerta, pero con el tiempo, aprendes a filtrar las fuentes más fiables y constantes de otras con información más “volátil”.
Yo tengo una postura clara en el debate actual que existe sobre la utilización de los smartphones para fotografiar. Mi trabajo “serio” de fotógrafa, lo realizo con mi cámara, porque para ser fotógrafo hace falta bastante (mucho) más que una cámara con filtros. El ojo necesita educarse, como es necesario saber cómo resolver técnicamente todo tipo de situaciones. Para eso se precisa formación.
Las fotos hechas con un teléfono pueden ser bonitas, pero no son profesionales, ni lo serán, por mucho que esté de moda “Instagram”. Yo tengo una cuenta de Instagram y hago algunas fotos con mi teléfono, pero son un mero juego. Desde luego, no he aprendido a fotografiar con mi teléfono… Ahora bien, un fotógrafo profesional, con talento, técnica, que sabe cómo fotografiar y entiende la luz, podría hacer buenas fotos con un zapato, si quisiera.
La cuestión sobre el mal llamado “periodismo ciudadano”, (ya que alguien que no es profesional no debería ser considerado periodista si no “testigo visual”) la entiendo de forma precisa. ¿Es necesaria la toma de fotografías o vídeo por alguien que no sea profesional? Sí, siempre y cuando no haya periodistas presentes documentando lo que ocurre. Los profesionales no podemos estar en todas partes y hay personas que están en el momento adecuado y el lugar preciso para ser testigos de un hecho importante que necesita ser contado. Esa gente cubre una necesidad momentánea que no puede ser cubierta por un profesional, por el mero hecho de la inmediatez.
Pero en cuanto al uso y abuso de imágenes “ciudadanas” como intrusión en la profesión de periodista, tienen una enorme responsabilidad los medios de comunicación, los editores de esos medios, que deciden escoger una imagen de un ciudadano cualquiera por delante de la de un profesional. ¿Por qué? Sinceramente pienso que los medios tienen a querer abaratar costes. ¿Por qué pagar a un profesional cuando puedes tener una imagen gratis? Ahí radica el problema.
3. Las aplicaciones como Instagram o redes sociales como Facebook o Twitter, no las considero trabajo en sí, pero sí herramientas útiles para mi trabajo; herramientas de marketing con capacidad de unir a personas y dar visibilidad a tu trabajo, a tu nombre, para mantenerte un poco “presente” en la industria.
Nunca sabes cuándo te puede salir un encargo y por qué medio. Hace poco me contactaron de una publicación americana muy conocida, a través de Facebook, para hacerme un encargo. Siempre que llego a un sitio publico un post diciendo dónde estoy y detallando el número local, para que me puedan localizar los editores, salvo que, por razones de seguridad sea contraproducente decirlo.
4. Por supuesto, las redes sociales tienen pros y contras para el fotoperiodismo. Como punto positivo, considero que es una gran ventaja la inmediatez que brinda y la facilidad para contactar con editores y demás contactos desde cualquier punto del mundo, en cualquier momento.
5. Como punto negativo de las redes sociales, considero que el flujo masivo de información inútil e imágenes que nos llega cada día, puede llegar a desconcentrar y saturar en muchos aspectos, además de agotar tanto a los profesionales del sector como a los receptores de las noticias, esto es, a los lectores. Hoy día, el gran ejercicio de paciencia en cuanto a redes sociales es saber filtrar, discernir la información verídica y contrastada, de la basura digital.
El espectador no responde igual a imágenes ahora que en los años 60, como ocurrió con la cobertura de la guerra de Vietnam, la cual nos brindó una serie de imágenes, de una calidad excelente por cierto, a las que el público no estaba acostumbrado, (sobre todo porque el pueblo americano tenía muy arraigada la idea de patriotismo y de necesidad de enviar a sus hijos a una guerra si era necesario) y que tuvieron un efecto tremendo en la opinión pública, lo cual, en cierto modo, provocó una ruptura que ayudó a la sociedad a presionar al gobierno pidiendo la paz.
Ahora es mucho más difícil crear ese tipo de respuesta social con medios fotográficos, porque el espectador está muy saturado de imágenes y de sonidos. La capacidad de sorprender, de dejarles en shock, (porque es lo que se se supone que nosotros tenemos que hacer), es hoy en día, harto complicado. La gente ve a alguien en Siria, con un niño muerto en brazos y dice “¡Qué mal!”, pero a los tres segundos está mirando otra cosa.
Sin embargo, yo creo que no sólo nosotros como profesionales, sino también los espectadores están aprendiendo a filtrar información. Al principio, la gente se tragaba todo lo que le ponían en la red y ahora creo que se empieza a filtrar más. En ese sentido, poco a poco estamos experimentando una adaptación a las redes sociales (o ese es el camino que deberíamos tomar) que creo era muy necesaria, porque si no nos volveríamos locos. También considero que, como todo en la vida, es necesario y sano limitar uno mismo el tiempo que dedica a las redes sociales, y en general a internet. Necesitamos desintoxicarnos un poco y volver a “vivir de verdad”, comunicándonos cara a cara.
6. Considero que este trabajo es una responsabilidad social, porque damos una información y si el medio o la agencia no respeta esa información con exactitud, se está faltando a la verdad. Es una bola de nieve. Con una portada, con una fotografía, puedes convencer totalmente a un país de una idea. Y el pie de foto es crucial para comprender y detallar qué se está expresando con esa imagen. La idea que el espectador se haga en su cabeza a partir de mi foto es mi responsabilidad. No me puedo desligar de ello.
Como fotoperiodistas, debemos tener mucho cuidado con lo que se publica, cómo se publica y tratar de ser lo más específicos que podamos, para dar una información fehaciente. Es ética de primero de periodismo.
La idea que tengo de mis compañeros es que son honestos, sensatos y cuentan lo que ven, lo que hay. Sí he visto alguna cosa que no me ha gustado, pero para mí son excepciones o al menos quiero pensarlo así. Creo que quien se mete a esta profesión no se mete para hacerse rico y tampoco por pasar el rato. Tienes que sentir pasión por contar historias. Requiere de pasión, paciencia y mucho esfuerzo.
7. Honestamente, encuentro que existe cierto interés en mantener el caos económico en este sector. No cualquier persona es arquitecto, ni dentista, pero hoy día, cualquier persona piensa que es fotógrafo, aunque no sepa técnica fotográfica ni sepa químicamente lo que es una fotografía. Esto no es apretar el botón y listo. A las empresas que venden cámaras les interesa que el usuario medio sueñe con que es un profesional por comprar una cámara sin necesidad de saber más. Vivimos en la sociedad de lo inmediato, del confort, de la ley del mínimo esfuerzo.
Hoy en día, y con la democratización de las cámaras y el formato digital, cualquier persona piensa que es fotógrafo y no valora la dificultad de esta profesión y, por lo tanto, le resta el valor económico y el esfuerzo personal que conlleva. Yo tengo que hacer mi inversión para comprarme mi equipo y ese equipo, además, hay que amortizarlo. Si la cámara (más los objetivos) cuesta unos 3000 ó 4000 euros, que no esperen que hagamos las fotos gratis porque esto no es un hobby, es una profesión.
En ese sentido, los medios han sido (y son) oportunistas al respecto. Han dicho: “ Al redactor le damos una “camarita” pequeña y así no hay que pagarle un sueldo a un fotógrafo”. Pero esto no es así. Yo creo que se están dando cuenta ( o deberían hacerlo) de que, al final, lo barato sale caro, porque cuando alguien es profesional y trabaja como un profesional, se obtienen otros resultados, se obtiene calidad; pero si piensas que cualquier redactor puede hacer un reportaje fotográfico, que luego no se extrañen si venden menos periódicos. Porque a la gente, que no es tonta, si se le da contenidos de calidad, consume calidad.
Creo que, en España es hora de apostar por los grandes profesionales del periodismo que tienen mucho que ofrecer. Ahora mismo, el nivel es altísimo, y casi todos se están yendo fuera porque aquí no hay trabajo. Es hora de ir cambiando esa situación, ¿no?.
8. El futuro del fotoperiodismo está en el desarrollo de plataformas en las que puedan confluir diversos lenguajes. Ahora nos toca aprender a confluir. No solo saber hacerlo sólos, sino aprender, como fotoperiodistas, a trabajar en equipo, lo cual es bastante difícil para nosotros porque solemos ser almas solitarias, pero llega un momento en el que te toca confiar en alguien porque no puedes hacerlo todo sólo: hacer las fotos, escribir, hacer las entrevistas, el vídeo, montar el multimedia, saber editar, montar la web o una aplicación, vender el material, producir, hacer crowdfundings…
Se puede hacer, por supuesto, pero al final la calidad baja, porque si estás haciendo vídeo, foto y entrevistas a la vez, no vas a estar centrado en ninguno de los lenguajes al 100%. ¿Por qué no contactar con gente que sea profesional del retoque, profesional del lenguaje multimedia, alguien que haga páginas web y delegar algo de trabajo? Los lenguajes ahora son tan amplios que no puedes pretender saber hacer todo y hacerlo todo perfecto todo el tiempo.
Con la premisa de que, con una cámara digital está todo a tu alcance (foto, vídeo, etc) te das cuenta de que puedes hacer muchas cosas, pero hacer bien muchas cosas es muy difícil. El nivel de exigencia en cuanto a calidad, actualmente, es altísimo. La cantidad de diferentes lenguajes audiovisuales que hay es tan amplia que no se le debería pedir a una sola persona que haga el trabajo de cinco. Los medios de comunicación se van a tener que poner la pila en ese sentido y van a tener que pagar lo que no han querido pagar durante estos últimos ocho o diez años. O al menos espero que se den cuenta de que, ser mujer u hombre orquesta es posible, pero afecta directamente a la calidad, y en ultima instancia, eso no debería interesarles.
9. En cuanto al problema del asociacionismo del fotoperiodista en España, de su seguridad y en última instancia, de la seguridad de sus intereses, el tema es que no existe una carrera oficial reglada de fotoperiodismo, de reportero gráfico. Sí que hay algún máster y algún postgrado, pero carrera de fotoperiodista, tal cual, no hay. Hay periodistas que sí están colegiados, a los que le gusta la fotografía y han decidido hacer periodismo con su cámara. También hay fotógrafos que han estudiado el Técnico Superior de Fotografía Artística y Diseño, y luego han completado los estudios con masters o postgrados en fotoperiodismo. Pero también hay muchísimos buenos profesionales autodidactas, que se han formado en la calle, trabajando, porque no había estudios reglados en su época.
La cuestión es: ¿Cómo colegias a toda esa cantidad de fotógrafos profesionales que se han formado fuera de la universidad de Periodismo? ¿Cómo filtras cuáles son profesionales y cuáles no? Las líneas entre lo profesional y lo amateur están demasiado desdibujadas en este país. Creo que es una responsabilidad del Ministerio de Educación crear los espacios adecuados para una correcta formación (y posterior regulación de la profesión).
Al igual que hay una carrera de arquitectura, una carrera de periodismo y otra de medicina, debería haber una carrera de Fotografía, con especializaciones en fotografía documental, fotografía artística, fotografía de moda, según el camino profesional que se quiera tomar… A partir de medidas así, no se acabarían todos los problemas, pero se solucionarían algunos.
10. Desde mi punto de vista, y probablemente desde el de muchos otros compañeros, esta profesión es puramente vocacional, pasional. Es una profesión que requiere mucho sacrificio, a muchos niveles, sobre todo en cuanto a lo personal. Pasamos mucho tiempo fuera, solos, en condiciones a veces precarias, un poco lo que toque.
El buen periodista no debe estar en un hotel de cinco estrellas contando las cosas desde su habitación. Hay que estar en la calle, con la gente y si la gente sufre, el periodista sufrirá también. Alguien que no sienta el periodismo, la necesidad de contar historias, en las tripas, no dura ni dos días. Este trabajo no son unas vacaciones. A veces paso meses sin ver a mi familia y me apetece muchísimo estar con ellos, pero necesito estar ahí, porque lo que hago, necesita ser contado.
MAYSUN