1. Me considero un afortunado en cuanto a cómo desarrollo mi trabajo actualmente. Durante muchos años me he quejado por no tener un contrato y al final creo que ha sido incluso positivo para mí, porque eso me ha obligado a desarrollar otras historias y sobre todo a intentar tener cierto espíritu corporativo, no solo con la agencia con la que más trabajo, sino con los compañeros que están “a pie de pista”, por decirlo de alguna manera, los que estamos “a pie del cañón”.
Básicamente lo que hago ahora mismo es tratar de combinar mi trabajo para Associated Press con Me-Mo Magazine, que no es nada más que una reacción de grupo a una situación generalizada de la gran mayoría de los medios hacia la gran mayoría de los fotógrafos. Esto me permite tener determinado dinero con el que puedo arriesgar a construir algo con mis amigos que nos de en un determinado momento a todos, o por lo menos en mi caso, la independencia total.
No es que tenga ningún problema con la agencia, pero sí que como agencia grande Associated Press tiene unas normas, en cuanto a retoque por ejemplo, y yo en mis trabajos personales me paso ciertas normas “por el arco del triunfo” o busco determinada experimentación visual que con la agencia no podría. La ética que utilizo es la misma para los dos, pero obviamente en una me permito jugar más con la imagen, con la narración y con la otra tengo que estar más ceñido a las normas.
2. Creo que existe independencia en el mundo del fotoperiodismo porque una vez cruzada la frontera, “ven a buscarme a Siria y dime que lo que estoy haciendo está mal hecho”. Levántate de la silla, ven y dímelo o localízame, que no tengo teléfono. Es decir, en ese aspecto la peor parte es que en un momento dado, hay gente que intenta “colártela doblada” y aprovecharse de la ilusión de aquellos que empiezan con todas las ganas del mundo para pagarles cuatro duros o que le paga dos veces más a “un blanco” que a “un local”. Esas son las cosas que en un momento dado hay que mirar con mucho ojo.
Creo que actualmente hay varias asociaciones de freelance que están apretando bastante a las agencias para cambiar este tipo de comportamientos en los que el capital prima sobre el valor de las vidas de los trabajadores. Se están tratando de hacer cambios importantes y hay algunas voces fuertes de la industria que están atendiendo a las necesidades de los trabajadores. Que haya gente que se ponga en la mesa a negociar o hablar de la situación de los freelance y que estén dispuestos a cambiarlas es un paso muy interesante.
3. Ganar el Pulitzer no ha cambiado mi manera de trabajar. Lo importante es seguir trabajando duro cada año. El Pulitzer para mí es un premio que uno espera al final de su carrera, casi como un Óscar honorífico y a mí “me cayó” con 32 años y tan solo dos años haciendo fotografía de conflicto en plan “heavy”. Quiero decir que no es algo que yo buscara ni si quiera me planteara.
Pero además los premios son algo muy relativo. Por un lado ayudan y por otro aportan un componente de ego a este trabajo que no vamos a negar. Yo hasta el año 2014 no puse que era el Pulitzer, animado por un colega y entonces me di cuenta de que es algo que funciona y que debería haber puesto antes. Si me hubieran salido a partir de entonces los mismos encargos que entrevistas quizás no necesitaría trabajar más en mi vida.
Creo que a día de hoy no sigo ahí por el Pulitzer, sino que sigo ahí por ir a trabajar a los sitios, poner el alma en ello y ponerle todas las ganas del mundo me cueste lo que me cueste. Lo que sí que es cierto en un momento dado es que cuando tienes un premio de este calibre a tus espaldas no te supone un afán de hacer las cosas mejor, sino simplemente de que aquel espíritu con el que fuiste reconocido no se muera por el camino. Que cada vez que afrontas un trabajo o un reportaje siga siendo con la ilusión, las fuerzas y las ganas de contar lo que les está pasando a los demás.
4. Creo que la primera batalla que tenemos que tener los fotoperiodistas es contra nuestro propio ego. La fotografía se está convirtiendo en algo que es totalmente autorreferencial. Hablamos de nosotros mismos y de nuestros premios pero lo importante es lo que sale en las fotografías.
Podemos llegar a perder la cabeza porque tenemos muchos amigos relacionados con el gremio en Facebook que “nos doran la píldora” a veces incluso demasiado. Es peligroso que empecemos a pensar que somos primos lejanos de los Rolling Stones.
5. En cuanto a la crisis de los medios de comunicación creo que casi en ningún negocio la situación ahora mismo es la que debería ser. No creo que una peluquería esté pasándolo tan bien como estaba pasándolo en 2006 y no creo que un medio de comunicación lo esté pasando tan bien como lo pasaba en 2006.
Igualmente, en España existe una tradición de “señoritos de cortijo”, una tradición milenaria que logra que muchas veces las empresas se administren como si fueran cortijos. Yo que he sido varios años trabajador en un país del norte de Europa y puedo decir que aunque el trabajo sea igual de duro en un sitio que en el otro, en uno te hacen sentir valorado y en otro todo lo contrario. El lema es en la mayoría de las ocasiones “Igual que estás tú, no te pongas tonto, que habrá por ahí treinta”. Eso es endémico de España y lo puedes aplicar tanto al sector de las patatas fritas como a los medios de comunicación.
6. Creo que la comunicación digital no se ha entendido bien del todo y que lo único que se ha entendido es que ahora se pueden abaratar los costes de muchas cosas: desde no tener que gastar en papel, plásticos y reveladores a poder mandar a mi sobrina periodista con un teléfono y hacer un 2x1. Eso que puede ser un complemento, al final se convierte en un defecto.
7. Hablando del valor que se le da a la fotografía desde la empresa y también desde el público, creo que si el público reclamara con más ganas una mejor fotografía, quizás los medios de comunicación se lo pensarían. Lo que sí que es cierto es que yo veo o quiero ver gente entre 5 y 10 años más joven que yo que tiene bastante más cultura visual y avidez de buena foto que tenía mi generación. Ese es el punto positivo.
Sin embargo, en España creo que pese a tener grandes fotógrafos hay una falta de cultura de la imagen que nos hace el elemento débil de la cadena. A esto se une el individualismo de los fotógrafos. No hay quien nos ponga de acuerdo.
8. No estoy en contra del entretenimiento en la televisión o en los medios. Con lo que no puedo estar a favor es con que esas formas de entretenimiento acaben entrando en el periodismo, porque entonces es cuando tenemos “reality shows” en los que importa más la figura del periodista que la del policía que está combatiendo a los criminales o la figura del criminal que está tirado en la calle y no le queda otra que ser criminal. Y empezamos otra vez a hablar de nosotros mismos. Para mí eso es un gran problema, que el entretenimiento contamine lo que tiene que ser el periodismo.
Otro gran problema es que el periodismo empieza a tener cada vez espacios más pequeños. Si encima de que tiene espacios pequeños los mutan y los convierten en una especie de “Callejeros Viajeros”… Para mí ese es uno de los grandes problemas. Si llego con el discurso de que “Sálvame” está atontando el mundo, al final la gente me va a decir que si me creo más listo que ellos por no verlo. Pero no quiero decir eso, quiero decir que está muy bien que la gente se entretenga, pero que no quiero que a mí me tengan que entretener y entretener, sino que quiero mi espacio. Estamos en democracia y yo lo que reclamo son mis espacios. No le pido a todo el mundo que lea El País o que deje de leer El Marca, pido que los medios decentes sigan existiendo para que la gente que quiera llegar a ellos los pueda tener, porque son un servicio público.
Que haya medios de derechas o de izquierdas y que cada partido financie sus metas entiendo que entra dentro del juego democrático y del juego económico. Pero mentir no entra dentro de ese juego. Utilizar una foto mía para contar una cosa o contar la contraria me puede hacer daño a mí, obviamente y puede hacerle muchísimo más daño a la gente que está malentendiendo una realidad que no es. Para mí ahí están los grandes problemas de ahora. Se miente y se disfraza de verdad simplemente por el hecho de aparecer en un tabloide.
9. Las buenas imágenes no caducan, la Muerte del Miliciano de Capa no caduca. Lo que es caduco es la atención de las personas. Leíamos una estadística cuando estábamos empezando con Me-Mo que dice que la media de atención total de la gente es de ocho segundos. Esto nos deja dos o tres segundos por encima de un mono. La gente ahora va demasiado deprisa, no tiene capacidad de centrarse. No nos damos cuenta, pero somos todos hiperactivos, que no significa ser capaz de hacer muchas cosas, sino que ser refiere a la incapacidad que tenemos de concentrarnos.
Entiendo que hay medios que tienen cierta inmediatez, como la radio para los partidos de fútbol y medios que no. El trabajo del periodista en determinados temas como el periodismo de investigación, exigen una información reposada. Lo que no sé es quién ha decidido que tiene que ser todo rápido. Nuestro trabajo no es hacer las cosas rápido, es hacer las cosas bien. Decir “a estos los ha matado este o el otro” puede cambiar mucho las cosas.
10. En cuanto a los cambios que va a sufrir el ecosistema del fotoperiodismo en los próximos años, creo que los medios tradicionales no van a dejar de existir porque es una cuestión similar al tema de la fe: habrá más o menos católicos pero la Iglesia no va a dejar de existir. Habrá relevos generacionales y tendrán que utilizar nuestro propio lenguaje. Para mí esto es igual que el cambio que ahora mismo en la política española: no me gusta ninguno de los políticos, pero al menos a los que son de mi misma generación les entiendo porque hablan mi mismo idioma. Pienso que eso sucederá también en el periodismo, tendremos gente de derechas y de izquierdas, pero hablaremos el mismo lenguaje. Creo que las cosas van cambiando poco a poco y que los esfuerzos de gente como nosotros que está apostando por cambiar va a terminar por funcionar.